viernes, 12 de septiembre de 2008

La vida del cura en Cuatro Vientos (I)



Ya llevo dos semanas en Madrid, y parece que no se me pasa mi paso por República Dominicana y Puerto Rico... Desde la primera vez que fui allá, de misiones al El Puerto, no se me pasa. Y como no se me pasa, sigo pasando.

En estos desbarajustes de jet lag y tormenta de granizo madrileña, me pregunto por la vida de los que el Señor encomienda a un sacerdote.
Porque parece que un cura no hace nada: "Trabajan media hora a la semana y con vino!" me decían. Pero no, trabajamos algo más. Y aunque para algunos la vida de un cura les parezca un rollo, a mi me resulta apasionante.

La vida sacerdotal es apasionante, pues tenemos la suerte de acompañar a la gente en los momentos más importantes de su vida; desde que nacen hasta que mueren, pasando por la primera Comunión, la adolescencia, el matrimonio (con todo lo que lleva consigo), las alegrías, los hijos, la enfermedad, la muerte, el nacimiento a la Vida nueva. Las caídas y las Levantadas por el Señor...
Vamos, ser cura es una suerte. Un llamado de Dios a ser testigo privilegiado del paso de Dios por la vida de cientos, miles de personas.


Y por la noche... sólo queda llegar a casa, postrarse en la Presencia del Señor y decir: "siervo inútil soy, Señor. Siervo inútil".
"Gracias, Señor".

2 comentarios:

Yuan dijo...

Rezo por los sacerdotes y por ti, desde Nueva York. Gracias por el SÍ que perdura, gracias por el ministerio, gracias por tu vida.

Anónimo dijo...

"siervo inútil soy, Señor. Siervo inútil".

Quizás pienses eso, pero Dios sabe que no, te ha elegido a Ti, te ha llamado por tu nombre y eres importante para Él.

Ya te digo que si has escrito en tu blog, bufff.
Me descuido dos meses y te pones a escribir un montón.
Besitos!
por cierto soy Laura "Dientes", jiji