miércoles, 27 de agosto de 2008

casi regresando a Madrid...

Ya casi se acaba mi estancia en el Caribe, perdóname por no haberte puesto ants cositas aqui, pero la vedad, he parado poco. Si tuviera más disciplina con el blog, probablemente no me dejaría las cosas en el tintero.
A ver si con el curso comienza, si la conexión en casa va bien, puedo seguir compartiendo contigo las cosas que van saliendo. A medida que salen.

Mi estancia en República Dominicana ha sido una gran bendición para mi. Viviendo en la Casa de la Anunciación siempre había trabajo, siempre había gente que confesar, hablar, temas que dar, gente por la que orar... el día era intenso y, a la vez a pasito. Como dicen los dominicanos.
He podido ser testigo una vez más de la grandeza del Señor en las distintas casas de la Comunidad, en las dos de Santo Domingo; especialmente en la Casa de la Anunciación, de donde me costó salir. Lo confieso.
Pero a Dios gracias, pude acompañar a algunas hermanas en la visita por distintas casas del interior del país:
San Francisco de Macorís: una ciudad que tomé mucho cariño el verano pasado en la visita que hice con Yuan a la Casa del Pobre... Esta vez, compartiendo un super-desayuno con los miembros de la comunidad. Muchas confesiones... muchas alegrías.
El Factor: una comunidad con gentes muy sencillas, y un profundo amor a Cristo. Un señor mayor decía que la mayor alegría de su vida era haberse encontrado con Jesús Vivo por medio de la Comunidad Siervos de Cristo Vivo y, en cuanto tenía un ratito libre, lo dedicaba al servicio.
Porque un Siervo que no sirve... no sirve.
Nagua: Allá ví un gran legado del Padre Emiliano: la presencia del Señor en los hermanos. Nada raro, todo de Cristo, tal como lo cuenta en Jesús está Vivo. Una casa muy sencilla, llena de la presencia de Dios.
Allá pude celebrar con los hermanos de la Comunidad, una Misa preciosa y, al día siguiente, prontísimo, a las 6am, en la Parroquia. ¡La Iglesia estaba llena! Se ve que en los campos amanece antes...
Pimentel: Como dice doña María en su libro: "la cosa empezó en Pimentel", pude ver la iglesia desde donde el Señor puso al Padre Emiliano a comenzar su ministerio de sanación que lo llevó por todo el mundo, siempre predicando al Señor. Nunca jugando a ser curandero... por eso el Señor sana tanto. Porque, en la fe de la Iglesia, se tiene algo de fe y confianza en el poder sanador de Cristo.
Allí se respira algo distinto... Es el Señor, el susurro también del Espíritu Santo.
Moca: Compartiendo con la familia de Nidia, pasamos un rato agradabilísimo, celebrando el cumpleaños de su segunda mamá, Clara. Un rato familiar, muy agradable.
También, después de comer, mientras los demás se echaban la siesta, me escapé a pasear por Moca. Los que me conocéis, bien sabéis lo aficionado que soy a salir a dar una vueltecita... y pude orar en la iglesia más bonita de la República Dominicana (al menos que yo he visto hasta ahora): el santuario del Sagrado Corazón de Jesús en Moca. ¡que belleza! Se respira la presencia del Señor allá... un buen rato con Jesús, reaminó todo lo demás.
Santiago de los Caballeros: allá pudimos compartir con los hermanos de la Comunidad en la Casa Emaús. Un lugar bellísimo al lado de la Catedral. También tuvimos Misa por la mañana antes de regresar a la capital.
Pero en Santiago tuve dos encuentros con amigos muy importantes: Pude cenar con Dariel y su novia. Hacía dos años que Dariel y yo no nos veíamos y a su novia no la conocía. Muy maja. Fue una cena donde pudimos compartir muchas cosas... una gracia del Señor.
Y también tuve un encuentro con Monseñor de la Rosa. Siempre bueno. Muy bueno.

Ese fue el viaje por el interior.

En la capital, además de haber sido cebado convenientemente por los amigos dominicanos. No sabía que eran tantos... pude estar en la Boda de Gina y Manuel... ¡una maravilla! A pesar de haber sido en medio de la tormenta y de haber llegado el predicador (yo), media hora tarde a la boda... fue todo estupendo.
Sobre todo porque no llegué tarde. Sucedió algo nunca visto: ¡el novio llegó una hora tarde! Pobre Manuel... las tormentas tropicales es lo que tienen. Nada se puede preveer.
jajjajaj

Seguiré en otro momento, el niño sigue escribiendo la Gloria del Señor en la arena, la arena se la llevan las olas. Pero Cristo Vivo permanece.

Un fuerte abrazo.

2 comentarios:

Yuan dijo...

Gracias Rodri, por ser bendicion para tantos en RD! Esperamos vernos pronto. Gracias por dejarnos tus huellas en estas tierras. Desde el lunes estaré en NY. Seguiremos conectados.

Raquel dijo...

Gracias!